En un increíble viaje al norte Argentino se visitaron las comunidades indígenas que viven en y del monte. Allí se compartieron saberes, se conocieron las distintas actividades que realizan, cómo es su organización, cuáles son sus necesidades, qué resistencias territoriales padecen y cuales son las reales oportunidades de trabajar en conjunto con Partner Forest Program Argentina. Una colaboración que asegura preservar la biodiversidad en el bosque y reafirmar los compromisos climáticos locales, regionales y globales.
Las comunidades indígenas del norte argentino se auto definen como Guardianes del Monte - Kurupí en guaraní. Y su mayor preocupación es la presión furtiva de la invasión de desmontadores privados. Ellos saben que dependen del monte y hacen todo lo que está a su alcance para protegerlo.
Si bien, en la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada por la ONU dice que: deben ser los pueblos indígenas quienes administren los recursos de “sus” bosques. Los expertos se preguntan con qué recursos económicos cuentan las comunidades indígenas para administrar los bosques. Aquí es donde el Programa Partner Forests aparece como esperanza, ya que brinda una oportunidad para reivindicar, apoyar y ayudar a estas comunidades a mantener los bosques nativos; garantizando la diversidad biológica en el monte. A partir de un trabajo sistémico colaborativo las comunidades indígenas renacerán cuando en sus manos esté el manejo sostenible de los productos que provienen del bosque. Ese será el comienzo de una nueva historia para los bosques argentinos.
Según datos del (INDEC, 2010), el 2,4% de la población de la Argentina se considera descendiente de pueblos indígenas, localizados en zonas donde hay bosques nativos.
En tierras ancestrales de Guaraníes y Wichís es donde se propició el diálogo para la colaboración. Tierras que están dentro del Gran Chaco, la ecorregión boscosa más extensa del continente después del Amazonas y la más grande de bosques secos de América del Sur. Además es el sitio con mayor deforestación del mundo y los niveles más altos de degradación.
Los guaraníes se perciben: dialoguistas, hermanos y respetuosos de los otros. Para ellos los bosques son el monte. Vivir en el monte es tener un compromiso con la naturaleza, es estar preparado para vivir ante las adversidades climáticas.
Los anfitriones: Las comunidades La Bendición y el Pichanal, ubicadas al norte de la Provincia de Salta y la comunidad Tata Iyipy, ubicada en el norte de la Provincia de Jujuy - dieron la bienvenida al Partner Forests Program.
Mientras se camina por el monte del Gran Chaco al encuentro con los Kurupí, aparecen casas dispersas, de adobe y techo de paja en una relación armoniosa con la naturaleza. Fidel Feliciano Bauti, Presidente de la Asamblea del Pueblo Guaraní, expresa que “El conocimiento de los aborígenes es sensible, nos conectamos con la naturaleza, tratamos de entenderla y comprenderla. Sin el territorio nosotros no somos vida”.
Con las 140 familias que viven en las comunidades surgieron rondas de encuentro nutritivo. De repente llegaron a un árbol de unos 200 años, era un algarrobo. Si bien el algarrobo da la sombra para descansar, se ha convertido en el ritual de las asambleas guaraníes. Desde lo simbólico: los iluminan cuando deben tomar decisiones para el bien común, transmiten sabiduría y respeto. Se dice que cuanto más grande es la especie, más iluminado y sabio serás si estás bajo su sombra.
Los beneficios del monte: El quebracho colorado resulta ser muy bueno para la exportación. Manifiestan buscar alternativas para su producción sostenible - El algarrobo es el árbol de la comunidad Guaraní, produce medicina (la hoja de algarrobo cura el dolor de cabeza y baja la fiebre), produce madera para muebles y artesanías, produce carbón para leña, de la chaucha se obtiene la harina, se guardan los frutos para los alimentos de los animales de granja, y también con el fruto se hace la chicha: un alimento típico de la comunidad - Obtienen la arcilla para hacer artesanías - Producen sombreros con las hojas de palmeras.
Los guaraníes tienen un propósito: reforestar el algarrobo, su árbol sagrado, debido a los desmontes que sufren a diario. Con exclamación piden que se sancione el Protocolo de Nagoya que propone contribuir a la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica.
La palabra Wichí significa hombre verdadero haciendo alusión a lo más humano de los sujetos. Una de las comunidades visitadas es La comunidad La Esperanza que habitan en la Provincia de Formosa.
Muy hábiles en la técnica textil, utilizaban telares de factura sencilla - al parecer de procedencia andina - para confeccionar ropa. Tejían la fibra de caraguatá con la que fabrican bolsas para la recolección. Trabajan el chaguar, el caraguatá y el palo santo, la cerámica, la lana de oveja y la semilla. La etnia Wichi habita la región occidental del Gran Chaco Americano. Según estimaciones demográficas, existen 36.135 Wichi, distribuidas en una superficie aproximada de 100.000 km2, aunque existen otras estimaciones que hablan de 50.000 personas.
“No pensamos en la naturaleza y en la tierra como algo que nos pertenece a nosotros, sino que nosotros pertenecemos a la tierra" Cacique F. Méndez
La actividad con el chaguar es una de las que identifica la cultura Wichi. Es muy propia, que antiguamente fue practicada por ambos sexos. Actualmente la artesanía en chaguar es una de las principales actividades productivas de las mujeres y una de las primeras en que se formó una organización en busca de la comercialización. Las mujeres artesanas participan en ferias provinciales, nacionales a fin de buscar más compradores.
El palo santo es un árbol sagrado para la comunidad, no está aprovechada su utilización, sólo lo usan para la producción de sahumo.
Las comunidades indígenas tienen un conocimiento muy preciso de su territorio elaborando tecnologías específicas para aprovechar sus recursos naturales, satisfacer sus necesidades básicas y resolver sus problemas de salud. El Partner Forests Program promueve el oficio de la carpintería fomentando una economía social y comunitaria, promocionando productos sostenibles desde un trabajo colectivo. Trabajando conjuntamente en estrategias de producción de productos provenientes del bosque, asegura la no-invasión de desmontes y garantiza los compromisos climáticos.
Algunos ejemplos: Con la producción sostenible de la madera del quebracho colorado, el algarrobo o el palo santo se obtienen objetos urbanos - interiores y exteriores. Con la producción de arcilla se obtienen objetos industriales de uso doméstico. Con la producción de los frutos se obtienen alimentos saludables. Con la producción de los arbustos del bosque se obtienen telas para la indumentaria, etc. Muchos son los productos que provienen del monte y que las comunidades tienen la posibilidad de administrarlos a partir de asociarlos con las ciudades.
Sin olvidar lo importante que es articular los saberes ancestrales de las comunidades indígenas con las áreas urbanas, para que no sea un mero objeto de investigación, sino más bien ser hacedores que les colaboren al reconocimiento de su trabajo.
Un bosque/monte gestionado por una comunidad que habita en la región más amenazada del mundo, será sin dudas un renacer que dará cuenta no sólo del origen de cada producto sino de la historicidad de los Guardianes del monte.